A veces, el tratamiento que se prescribe no es farmacológico sino quirúrgico.
En primer lugar se debe realizar un examen prequirúrgico, consistente en una analítica de sangre y un electrocardiograma que nos va a permitir detectar, si existe, una patología preexistente y seleccionar el protocolo anestésico que mejor se ajusta a cada paciente. Así, hoy en día, casi cualquier animal es susceptible de ser anestesiado, ya que hay protocolos anestésicos específicos que se ajustan a cada patología.
La mayoría de las cirugías que realizamos son programadas, es decir, el animal acude citado a la clínica con un ayuno previo de unas horas.
Consideramos que un aspecto muy importante de toda cirugía es un buen control del dolor, lo que va a permitir una mejor recuperación tras el procedimiento, el animal estará más cómodo y se van a reducir los requerimientos anestésicos haciendo el procedimiento mucho más seguro.
En la mayoría de ocasiones se emplea anestesia inhalatoria que tiene la ventaja de que es muy segura puesto que se metaboliza rápidamente y puede interrumpirse su administración en el momento en que se estime oportuno.
Tras la intervención quirúrgica el animal pasa al box postoperatorio dónde va a permecer con fluidoterapia hasta que está recuperado, recibiendo la medicación indicada en cada caso.
Al recoger al animal te explicaremos los cuidados postoperatorios que debemos proporcionarle y te daremos una cita de revisión.